Ir al contenido principal

Entradas

Baúles y valijas

  Las valijas viajan solas, conocen paisajes internos. Se suspenden en el tiempo, en la oscuridad. Cada baúl las arropa, resguardan los sonidos, que tapan recorridos en plena soledad. Cierre hermético, sombra y pasado de ropas. Contemplación, ruido y silencio. Llegada presurosa. Claridad y búsqueda errada, y de nuevo el negro que acostumbra el cierre y otro viaje más. Llegadas, partidas y fin, que anuncian el continuado de maravillas y otros cuentos con finales templados.
Entradas recientes

El mar primero

  Arena en los pies, los consejos cuidados y los vendedores, graciosos, afónicos. El cielo al otro lado, la imaginación entera; los mapas de la escuela y el pizarrón dibujado. Fiambres, helados y gaseosas, el tiempo compartido, los humores del chofer y el tiempo consumido. Un regreso presuroso, una ruta despejada, la sonrisa de contar las vacaciones adelantadas. Olas alejadas, las fotos y el pic nic con arena. Mamá, los amigos y parientes, que nos ayudaron a ver el mar.

Siesta de ángel

No perturba la calma, acecha la culpa, se obstina el ensueño. El ángel no teje ni protege, escucha. Deambula, quizá: nadie sabe si es verdad. ¿Por qué los ángeles no nadan de espalda? Las alas no sirven más que para frenar o de última flotar, pero se mojan y, como las rocas, no pueden decir palabra. El pájaro nadó el pez corrió y el perro carreteó. Mientras —tranquilo avezado y dormido—, el gato camina: es jefe, patrón y esclavo cuando quiere o llega el dueño.

Primeros libros

     En 45 días de reposo me hice lector. Comencé con vómitos y dolores de cuerpo, pis marrón. El doctor diagnosticó hepatitis. Era invierno y para no estar aburrido en la cama, los viejos me trajeron  revistas viejas y varios ejemplares de Patoruzú. Claro, no estaba acostumbrado a leer tanto, pero el tiempo a disposición jugó un papel importante y a lo largo del día terminaba todo lo que me traían.    Después, en la mesa, papá preguntaba sobre las historias. “Algunas las leí en otra época”, avisaba. Así, los personajes y sus acciones se volvieron como de la familia. Al terminar cada ejemplar, pensaba: “Entonces puedo”.    Más tarde, curado de la hepatitis, el gusto por los libros creció. El primer intento fue con uno de Cortázar que saqué de la biblioteca del pueblo, pero el tiempo de devolución me quitó las ganas. Solo recuerdo haber leído “Axolot”. Después, llegó la primera novela: “Robinson Crusoe” de Defoe. Costó, pero una noche, después de l...

Raro, al principio

Éste ahora no es más que el antes de hija. Ni el cielo ni el río ni pasto ni el sol. La lluvia está en el pasado, y éste antes se despeja. Cada gota de luz de sol, ya anda lejos ya. Cada trébol distinto fue raro, al principio. Ni cercos ni pájaros vecinos ni bichos ni timbres. Que éste antes deambulará, que el sol se va a gastar. Que ni las nubes en el río son más que un pasado.

Canto de mil pájaros

   En más de un audio, mis amigos han remarcado que al darle play oyen el canto de mil pájaros. Es verdad, la casa está rodeada por diferentes especies de árboles, donde sobresalen un sauce llorón y un cerco guacho que es el barrio de diversas especies de aves. Pero hay tres parejas que son como del lugar.    La primera que reconocimos fue la de unas calandrias que todas las mañanas pican el suelo húmedo y se molestan entre ellas. Está claro cuál es la hembra y cuál el macho. Ella es apenas menos gris que él y es la que más canta.    También están las palomas torcazas, de plumaje plomizo. Siempre se juntan al sol y se hacen como un bollo de plumas y dormitan calentitas. No es fácil distinguirlas, pero la hembra es más flaca y tiene un pico más refinado.    La última pareja es de los horneros peronistas. Su casa está en proceso desde fines de marzo, cuando llovió después de muchos meses de sequía. Ahora promedia el invierno y si la construcción s...

Ringo y la radio irrompible

    Un domingo de sol, atrás de un arco de polo. Un balde con doce bochas, una botella de agua, un paquete de puchos y una radio a pilas acompañaban mi labor de banderillero en el club “La Araucaria”. Trabajo fácil: si la bocha no entra al arco, el banderín rojo se agita hacia abajo y si es gol, para arriba.    El partido se jugaba del otro lado y en el primer chuker no hubo intervenciones caercanas. En la radio a pilas que me prestó papá, sonaba “Todo con afecto” con Alejandro Apo y así el domingo contenía literatura antes de los relatos de los partidos. El match continuó sin sobresaltos y en AM 590 Apo, comenzó con la lectura de un cuento sobre Ringo Bonavena. En casa, Ringo era otro de nuestros ídolos por las anécdotas de papá sobre sus peleas y los recuerdos de mamá sobre el día de su muerte.    Después de fumar, con Apo en pleno cuento llegó un ataque a este arco. La bocha se vino directo a mi sitio y no tuve mejor idea que intentar pararla. La ve...