En 45 días de reposo me hice lector. Comencé con vómitos y dolores de cuerpo, pis marrón. El doctor diagnosticó hepatitis. Era invierno y para no estar aburrido en la cama, los viejos me trajeron revistas viejas y varios ejemplares de Patoruzú. Claro, no estaba acostumbrado a leer tanto, pero el tiempo a disposición jugó un papel importante y a lo largo del día terminaba todo lo que me traían.
Después, en la mesa, papá preguntaba sobre las historias. “Algunas las leí en otra época”, avisaba. Así, los personajes y sus acciones se volvieron como de la familia. Al terminar cada ejemplar, pensaba: “Entonces puedo”.
Más tarde, curado de la hepatitis, el gusto por los libros creció. El primer intento fue con uno de Cortázar que saqué de la biblioteca del pueblo, pero el tiempo de devolución me quitó las ganas. Solo recuerdo haber leído “Axolot”. Después, llegó la primera novela: “Robinson Crusoe” de Defoe. Costó, pero una noche, después de la 1 AM, llegué al punto final. Y vinieron más, muchos más. La primera lección fue: “Si no los vas a buscar, los libros llegan igual, pero te tienen que encontrar curioso”.
Hace poco escuché una historia sin ficción: la viveza de los cuervos. Aves especialistas, tácticas, fagocitadoras. Los estudiaron. Los cuervos comienzan a acercarse desde lo alto a las manadas de lobos con el fin de entablar sociedad con ellos. Al principio hacen la farsa de prestar servicio y desde arriba marcan la presencia de las presas y, como nunca fallan con el bate, los lobos no discuten y son interpelados por la eficacia de los socios cuervos que siempre le apuntan a los animales con pocas horas de vida, los más lastimados o viejos y bichocos. Así, la sociedad entre lobos y cuervos crece. A más presas fáciles de cazar la estima de los lobos los recompensa y las sobras son todas para los cuervos. Y los cuervos multiplican, entonces, las ganancias y así los lobos comienzan a trabajar para ellos. Las manadas no paran de recorrer los espacios en donde tengan procurado el alimento, guiados por los escuadrones de los rapaces que se muestran como amables y serviciales. Tanto es a...
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