El patio de casa desborda de verde y el canto de los pájaros adorna el día con melodías en canon y coro constante. Hay que apagar la radio, dejar la pantalla, reposar y observar. Se oye el viento que se cola por todas las esquinas. Hoy a media mañana, mate mediante, se paseó la hornera vecina. Picoteaba, iba y venía.
En una jugada maestra, revolvió el pasto y cazó una lombriz de más de cinco centímetros. Pegó unos giros de cabeza y la lombriz se rindió. Entonces, la hornera vecina trazó un vuelo, primero rasante y luego elevado, en ángulo perfecto a su casa recién estrenada. Después de medio minuto siguió con su trabajo de recolección a diario.
Los mejores vecinos al momento. Alguien nos dijo, antes de saber sobre Ana Julia, que cuando las parejas de horneros eligen el lugar para su casa significa la llegada de buenos augurios. Fue así. En abril sentaron las bases; en junio nos enteramos y seguimos.
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