¿Quién puede saberlo? La leyenda cuenta que una lapicera Bic escribe 2 kilómetros. Incomprobable, aunque puede tener sentido, porque con una buena atención —uso cotidiano sin pérdida de capuchón— las tipas suelen durar un montón. Es más, en momentos de regreso al uso, si arrancan entrecortadas, alcanza con un poco de aliento o batida potente y enseguida responden. Tienen precisión.
En muchos casos, las personas distraídas se cagan en la Ley de Gravedad y las Bic que obtuvieron moran punta para arriba en recipientes de lata. La tinta no es agua y tiende al cambio de extremo la tinta, sumado a la pastosidad de la bola por punta, lo que la vuelve indomable a la mano inexperta. No tienen paciencia.
La conveniencia junto a la experiencia, dictan que no hace falta gran mantención para las legendarias Bic. Sucede que ahora es menos frecuente que el común de la gente ande con lapiceras encima. “Ahora uso el bloc de notas del celular”, dicen. Muy bien, piensa uno. Muy bien, hasta que un día te quedes sin luz y sin batería. En fin, el dato quizá sea un poco exagerado, pero queda bien el eslogan de dos kilómetros de Bic.
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Imagen: Mark Rothko, "Blue".
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