Pensar en trenes es una forma extraña de entreverarse con un puñado de aromas cotidianos. Es como enfrentarse a un millón de recuerdos, esos desperdigados en las estrellas fugaces en cualquier noche de verano. Muchas imágenes y vidas se proyectan cuando pasa un tren como en una eternidad congelada. El miedo y la ternura también conviven arriba de un tren.
Fue a la hora de la siesta, volviendo del Parque Pereyra Iraola, en cercanías de La Plata, allá por febrero de 2011. Volvíamos de trabajar con Anita, fotógrafa y compañera de una extinta agencia de noticias. A la vuelta casi ni hablamos. Anita se durmió. El cansancio me llevó a colgar algunas penas y observar el paisaje verde de las acacias que rodeaban el contorno de las vías y sentir cercanas las entradas intermitentes de sol por las ventanillas. Sin túneles de árboles, los rayos iluminaron por fin las caras de todos los pasajeros del vagón. En una de las paradas se renovó el contingente y entró en escena un muchacho que adiviné uruguayo.
Era un mulato de mediana estatura y aspecto resuelto. Bongó en la cintura, remera Nike blanca ajustada y una gorra como las que usaba Galeano. Se presentó con un mohín actoral y creí que nos alegraría el viaje. Anita, despierta y con los pies al aire que no le llegaban al piso, abrió los ojos grandes, ansiosa. Por mi parte, dejé la prisión de recuerdos para escuchar. El mulato comenzó a tocar un ritmo suave y con una sonrisa Colgate entonó la canción del Negro Rada que dice “aparte de ti tu boca…”. Esa música nos inundó con la sensación del no-tiempo. El mulato cantor siguió: “Aparte de ti tu boca, tus ojos me dicen cosas”.
Las experiencias fugaces de los viajes en tren no son las mismas que las que viven quienes a diario se suben sin ganas, esperan, se preocupan, leen o duermen y gastan vida. La gente, quizá, padezca que viajar en tren no sea placentero como el hit de Pipo Pescador. Aunque es mejor un viaje en tren que en colectivos o subtes. Los viajes en trenes son historias, vías y tiempo cuando el mundo es muy poca cosa.
Foto: Nico B Mansilla
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