Lo primero que recuerdo de Lennon, son anécdotas de mi viejo que están el libro de May Pang, “Adorado John”. Ahí cuenta el lado sensible de Lennon durante el año y medio en el cual compartieron experiencias varias en el denominado “fin de semana perdido” para John. Se lo había regalado mi vieja, en 1981. Luego, el 6 de mayo de 1983, le regaló el cassette Lennon Collection que recibí junto a mi primer walkman en 1998, nuevo impecable, comprado en Canepare Records, pero de la misma edición que la del ‘83. En el 2000, cuando llegó a casa nuestro primer mini-componente, el primer CD que pusimos fue Lennon Legend que conservo en su caja original con el felpudo de Canepare y todo. Mamá cuenta y el viejo nos recuerda que también escuchaban en los ochenta un compilado de Baglietto.
Los días cantan la historia / los días cantan mañanas / los días no tienen miedo.
Cuando Lennon murió, mis viejos aún no se habían conocido. Mi vieja siempre cuenta que durante el embarazo, mi viejo gastó la cinta del cassette Lennon Collection en los viajes que hacían de Salvador María a Lobos en un viejo Citroën 3CV de recién casados. “Lo escuchaba todo el día ¿te acordás, Alberto?”, recuerda la vieja cada vez y es como que los veo acurrucados en el bólido, a 60 kilómetros por hora con las canciones en la ruta 205, juntos a ‘ochenta y capota baja’ en el viejo 3CV. Todas las veces, el viejo suma que también ponían un cassette con todos los hits de Baglietto.
Esa es la historia / con la sonrisa en el ojal / con la idiotez y la locura de todos los días.
Creo que por ahí sentí todo sin ver la luz, pero esperando encontrarla y desde adentro como hoy, cada vez que suena un disco de Lennon y resulta inevitable el viaje por tales memorias. Supongo que será magia o un olvido selectivo o como dice un amigo: “Lennon es un estado”. Si me dan a elegir un disco, Mind games y la pieza «Out the blue» que en una parte dice, "de todos modos tenía que ser: dos mentes, un destino”.
A lo mejor resulta bien.
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