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Gelman, el palabrero


 

Hace siete años se fue el poeta Juan Gelmán. Este 3 de mayo hubiese cumplido 91. Partió pero no así sus escritos que son una forma de leer aquello que desde una analogía desnuda se acerca a hacernos un poco mejores, a comprender. Su pluma toma la forma del mar en las orillas y vuelve, nos moja, humedece.
La poesía es la única verdad o la verdadera forma de no quedarnos secos. Gelman abrazó el exilio, contó desde lejos la Argentina, aquella de la que escapó para regresar primero y resistir después. Sus pasos lo reconocen como uno de los poetas latinoamericanos que mejor reflejaron el destierro: sus estrofas viajan en las distancias y empujan para dar más vueltas.
«II». “Nosotros arrastramos los pies en ríos de sangre seca, almas que se pegaron a la tierra por amor, no queremos otros mundos que el de la libertad y esta palabra no la palabreamos porque sabemos hace muerte que se habla enamorado y no del amor, se habla claro, no de la claridad, se habla libre, no de la libertad”.
Conocemos a los poetas por su poesía y por saber desde qué rincones nos dicen. Intuir desde dónde Gelman narra la vida con palabras, libera. Esas palabras ya nunca más serán las mismas, porque ahora reviven como un testamento de amor o salvación o bronca.
«Poema XVII»: “Salú, belleza. Somos pedazos del viaje universal, diferentes, contrarios, las mismas olas nos arrastran. Iremos a parar a cualquier playa. Vamos a hacer un fueguito contra el frío y el hambre. Vamos a arder bajo la misma noche. Vamos a vernos ver”.
Cualquier episodio en los pasos de Juan Gelman tiene el barro que trae poesía, vida y lucha. Gelman le puso garra a lo que nos desgarra y legó aquello que se teje en un interior particular. Vida, amigos, seres arrebatados, política, resistencia, amor, exilio. Palabras que juntas forman su esencia. Para nunca más estarnos solos, para “vernos ver” que podemos ser libres.

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