Uviac fue la envasadora del vino sanjuanino Entrevero que, a partir de 1961, comenzó a funcionar en Salvador María y llenó de tinto a todo el pueblo. Allí trabajaron alrededor de diez empleados hasta que, en 1968, cerraron el grifo.
La historia se la escuchamos a uno de los papás del grupo. Nos contó que una vez atravesó casi todo el caño que va desde Uviac hasta la estación de trenes, pero que no pudo llegar por la falta de oxígeno. A nosotros lo que nos importaba en realidad, era el misterio que escondía el tubo que acarreaba litros y litros de vino en más de ciento ochenta metros, desde uno de los galpones del ferrocarril hasta la misma planta embotelladora.
También hay otra anécdota que cuenta que años después del cierre dos afamados “borrachos” del lugar se llevaron el vino viejo de unos barriles abandonados. Que lo hirvieron para sacarle la picadura y se lo empinaron a garganta pelada. Eso dicen.
Alguna tarde de domingo invernal vimos un croto. No lo vimos en persona, pero por los ruidos dedujimos que sin duda ahí vivía un croto. Lugar incógnito, tubo transportador. Un reflejo paralelo con el desarrollo, ascenso y caída de la historia del ferrocarril argentino. El pozo fue profanado y se robaron el caño donde conectaban las mangueras transportadoras del líquido sanjuanino.
Para muchos jóvenes del lugar, Uviac es sinónimo de audacia, temor y adolescencia. Por entrar como ladrones a ese galpón abandonado. Por ser el lugar donde romper en pedazos botellas vacías nos dejaba un poco más despiertos. Por ser el sitio prohibido de los primeros vicios humeantes. Por aquel paredón gigante. Por las posibles balas del vecino que despertábamos con petardos marca Tumba rancho. Por los pozos que juntaban ratones y albergaban lagartos como cocodrilos de Hollywood. Por escuchar el estampido de botellas solitarias, abandonadas, inundadas por la humedad del tiempo. Por creer que aún existe allí uns especie de mística que surca el paso de las horas de un reloj que se apagó cuando terminaban los sesenta. Aunque Uviac sigue siempre igual, pero con menos vidrios y los engranajes engranados.
Foto: Nico B Mansilla
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