Ir al contenido principal

Cortázar: luces como ayer

 


Poco antes de la asunción de Raúl Alfonsín, el escritor regresó al país luego de varios años en el exilio. No fue atendido por el presidente que alegó días después un ‘error’ de agenda. De todos modos, en una entrevista del 3 de diciembre de 1983 al diario Clarín, le decía al periodista Juan Bedoian que tras el regreso de Perón, después del interregno camporista, “me convertí en algo que nunca había aceptado ser: un exiliado. (…) Yo escribí demasiados artículos contra la junta militar como para que me lo perdonasen”, aseguraba. En un aventurado paralelo imaginario, sus palabras se expanden en el tiempo sin perder algunos atisbos simbólicos con el presente. Sin reparos, aquel Cortázar del ’83, lanzaba: “(…) una democracia que no esté sustentada en una ética —compartida por todo un pueblo, no la ética de los dirigentes— está condenada a la mediocridad, al fracaso. Hablo como intelectual, pero como un intelectual que, a la vez, tiene conciencia de los problemas del pueblo. Conseguir el ‘puchero’ sin una conciencia política clara es simplemente sobrevivir, vegetar”.

Cortázar no sólo se consideraba un ciudadano latinoamericano, sino que además opinaba a través de escritos en donde dejaba su mirada sobre la situación de países como Cuba o Nicaragua. El creador de Rayuela fue y sigue siendo un portavoz literario con llegada a varios públicos lectores. Su sobrevuelo en las nieves del tiempo vive y sobrevive. Su trascendencia, entonces, recae en el ejercicio de poder transmutar aquel ideario hacia estos días. “La realidad de los países del hemisferio sur no es uniforme: en cada país latinoamericano los matices son tan grandes que las comparaciones uniformes son un fracaso. (…) En la Argentina, el neocolonialismo económico por parte de los Estados Unidos es un problema preocupante que condiciona el orden interno. La complicidad de las clases dirigentes con los Estados Unidos es evidente. (…) La noción de ‘patio trasero’ llega hasta Tierra del Fuego”. Cortázar, luces como ayer: lo está tocando mañana.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Siberiano

    Los perros siberianos son una raza escapista.          Mirá, el botón éste regula los espejos. No pongo la calefacción porque esto se va a poner como un horno. Tiene algunos detalles, pero bueno, me lo vendió el dueño de la agencia. Fui y le dije viste que no quería que me atienda ningún empleado. Después tengo que volver. El dueño me dijo que me va a avisar por un turno para acomodarle los detalles. El ojete que tuve: me dijo que era de una maestra.    En cualquier estación, erran hacia territorios alejados.       ¿Todavía es de tierra esta calle? Pensé que ya la habían asfaltado. Mil años que no pasaba. El otro día pensaba: qué suerte que ya no voy a tener que volver al colectivo los domingos a la tarde, con todo el negrerío que viene a la Laguna, a pescar. ¿Sabés lo que debe ser cuando suben todos al tren, después? Tres horas con esta gente, imaginate: todos chupados, sucios y a los gritos. Ojalá que... ¿...

Siesta de ángel

No perturba la calma, acecha la culpa, se obstina el ensueño. El ángel no teje ni protege, escucha. Deambula, quizá: nadie sabe si es verdad. ¿Por qué los ángeles no nadan de espalda? Las alas no sirven más que para frenar o de última flotar, pero se mojan y, como las rocas, no pueden decir palabra. El pájaro nadó el pez corrió y el perro carreteó. Mientras —tranquilo avezado y dormido—, el gato camina: es jefe, patrón y esclavo cuando quiere o llega el dueño.

Los socios cuervos

Hace poco escuché una historia sin ficción: la viveza de los cuervos. Aves especialistas, tácticas, fagocitadoras. Los estudiaron. Los cuervos comienzan a acercarse desde lo alto a las manadas de lobos con el fin de entablar sociedad con ellos. Al principio hacen la farsa de prestar servicio y desde arriba marcan la presencia de las presas y, como nunca fallan con el bate, los lobos no discuten y son interpelados por la eficacia de los socios cuervos que siempre le apuntan a los animales con pocas horas de vida, los más lastimados o viejos y bichocos. Así, la sociedad entre lobos y cuervos crece. A más presas fáciles de cazar la estima de los lobos los recompensa y las sobras son todas para los cuervos.  Y los cuervos multiplican, entonces, las ganancias y así los lobos comienzan a trabajar para ellos. Las manadas no paran de recorrer los espacios en donde tengan procurado el alimento, guiados por los escuadrones de los rapaces que se muestran como amables y serviciales. Tanto es a...