Por Félix y Nicolás Mansilla
Cuando todos los
amigos/músicos que tocaron y grabaron con Spinetta cuentan anécdotas del pasado
reciente, ponen el acento en lo cotidiano. También en aspectos técnicos o que
surcan la poesía del genio del Bajo Belgrano, pero en los recuerdos, siempre
aparecen interminables termos de mate, las pastas caseras que hacía Luis o las medias
lunas saladas del desayuno. Fontana estuvo ahí: en ensayos, en el estudio, en
infinidad de shows.
Participó en obras cumbres del Flaco como Madre en años luz (Jade, 1984), Privé (solista, 1986), Tester de violencia (solista, 1988), Don Lucero (1989), Estrelicia (1997), entre otros.
El arte del Mono reside en la composición de capas sonoras expandidas a través de texturas suaves: el alma de las canciones del Flaco Luis. A pocos días de conmemorarse el día del Músico Argentino, Fontana dio esta entrevista donde pintó a Spinetta de cuerpo entero. El tecladista paseó por el vanguardismo spinetteano en los eléctricos 80, su amistad añosa y el legado que hoy “está llegando a nuevos públicos”.
Participó en obras cumbres del Flaco como Madre en años luz (Jade, 1984), Privé (solista, 1986), Tester de violencia (solista, 1988), Don Lucero (1989), Estrelicia (1997), entre otros.
El arte del Mono reside en la composición de capas sonoras expandidas a través de texturas suaves: el alma de las canciones del Flaco Luis. A pocos días de conmemorarse el día del Músico Argentino, Fontana dio esta entrevista donde pintó a Spinetta de cuerpo entero. El tecladista paseó por el vanguardismo spinetteano en los eléctricos 80, su amistad añosa y el legado que hoy “está llegando a nuevos públicos”.
¿Cuál
es el primer recuerdo de Luis que te viene cuando lo nombran?
Son muchos, la verdad.
Al escuchar Ludmila, por ejemplo, me acuerdo de cuando la estaba armando. Le
dije: “Luis, dejame que me llevo esto a casa y veo qué cosas puedo hacer”.
Tenía unos acordes raros, secuencias extrañas y finalmente quedó hermosa. Cada
canción me ubica en esos recuerdos. En aquellos años, el Flaco y su familia
vivían en Parque Leloir y yo en Devoto, tenía 24 años. Hacía mucho esfuerzo
para viajar y estar ahí.
Privé
es una rareza electrónica: ¿Qué te remite el disco a más de 30 años de su
salida?
Privé me parece un
disco muy bueno, con canciones muy buenas y una propuesta de audio que en ese
momento empezaba a sonar en todo el mundo y que acá se veía como algo lejano. Spinetta
fue un pionero. Estaba a la par de lo que estaba pasando en el mundo. Por
varias razones: primero y principal, porque era muy difícil tener los
instrumentos para hacerlo. Por otro lado, había que aprender a usarlos. Era
tecnología nueva, muy distinta a la que se usaba. Para él, la secuencia de las
batas era tan importante como las letras: sabía de memoria todos los golpes de
bombos, toms, todo. Después fue dejando esa parte, pero en aquel momento era
“lo nuevo”. Privé y todos los discos de los 80 se grabaron así. Él no quería
estar afuera de lo que sucedía en el mundo.
Ese
sonido tan punch sonaba en obras de bandas internacionales
Exacto. Podías escuchar
eso en un disco de David Bowie, pero acá ibas a Daiam (casa de instrumentos
musicales), decías “quiero tal procesador o tal máquina” y te respondían que no
estaba. Era muy probable que no llegara y si llegaba, salía mil millones de
mangos. Por eso, el Flaco fue pionero en incorporar ese nuevo audio con
programaciones de batería. Pomo (Lorenzo, baterista de Jade) en aquellos días
ya no tocaba. La batería era una caja que se colocaba en una tarima y sonaba.
Era todo nuevo eso. Ahora ves a The Kraftwerk y son cuatro tipos que parece que
están en una inmobiliaria (risas). Era todo el mundo MIDI, secuencias y esas
cosas que el Flaco las aprendió solo, nadie se lo enseñó, digamos.
El
sonido fue evolucionando, como en Tester de violencia
A diferencia de Privé,
que tenía baterías digitales, Tester es un disco de banda. Los temas sonaban
fuertes aunque fueran baladas. Esos temas los tocás de otra manera, hoy, y no
suenan igual y por algo lo tocábamos así. Pasarlo a algo más liviano era
imposible. El tacho sonaba como quería Luis, como si fuera una baldosa.
¿Cómo
te comunicó el Flaco la idea de hacer el show de las Bandas Eternas en Vélez?
Luis me había dejado un
mensaje en el contestador. Nosotros, más allá de los grupos, siempre nos
juntábamos. Iba a su casa a tomar la merienda o unos mates, a escuchar un
ensayo o a tocar unos temas. Había una unión ahí. Su mensaje, decía: “Mono,
mirá, te quiero comentar algo. Tengo una idea para contarte. Llamame”. Yo venía
tocando con él en los shows que se hicieron en el teatro Coliseo, antes de las
Bandas Eternas. Yo he tenido durante tiempo problemas para viajar en avión y él
justo estaba haciendo shows en el interior antes del Coliseo, entonces, me
dijo: “Volvé y tocalos”. Por eso, el mensaje me llamó la atención ¿Qué será?
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Fontana junto a Spinetta en Vélez. |
¿Recordás
el día en el que te contó el plan para el show en Vélez?
El día que me comentó
la idea, lo tengo muy presente porque fue el mismo día que tocó con Charly en
Vélez (23/10/2009), la noche de la lluvia. Al mediodía estuvo acá en mi casa,
almorzando y ahí me comentó que iba a tocar con Charly. Me comentó, además, la
idea de reunir a los músicos de todas las bandas con las que había tocado. Me
dejó en una hoja anotados temas posibles. Tenía una lista, no sé, de 73 temas,
de los cuales se deben haber ensayado 50, de los que quedaron poco más de 30
que ahora están en el disco triple de las Bandas Eternas. O sea, él ensayó aún
más de lo que pasó en Vélez el 4 de diciembre de 2009. Fue maravilloso e
increíble ver cómo ensayaba en el día con las distintas bandas. Yo iba para mi
parte y terminaba cansado. El Flaco había ensayado antes y encima, venían más
ensayos y después se mandó el show de 5 horas. Increíble.
Estuvimos
ahí y recordamos que no fue un show a las apuradas, hubo interpretación y
ningún apuro
Todos los que estábamos
con él nos pusimos la camiseta ese día y eso se notó en el escenario. Cada uno
desde su proyecto, con el momento musical que le tocó: Almendra, Los Socios del
Desierto, Invisible, Jade, todos. Cerati, Mollo, Juanse, Fito. Hubo clima de
camaradería. Cuando ensayamos estaban sus hijos, todos los músicos.
Terminábamos nosotros y podías ver a Pescado Rabioso que muchos de los que
estaban ahí los pudieron ver por primera vez. El Topo Verdinelli (baterista)
que es muy chico o lo mismo Claudio Cardone (teclados) que nació en Rosario no
había visto a Invisible o a Almendra. Fue vivir todo eso y en una situación de
compañerismo generada por Luis. Eso y toda la música que quedó afuera. Es más,
daba para hacer otro Vélez y de hecho le ofrecieron hacerlo. No sucedió, pero
lo que pasó esa noche fue medio récord Guinnes. Además, tocó y cantó casi todas
las letras de memoria. Obvio, miró el apuntador en algunas, pero no más. A
veces uno va a tocar un tema de Luis, uno solo y se lleva la letra. Fue
terrible lo de esa noche. Todos sabíamos que iba a ser histórico ese show.
¿Cómo
fue hacer los arreglos para su disco póstumo, Los Amigo (2015)?
Un año antes de que
Luis se fuera, yo había comenzado por mi parte a trabajar sobre su obra, en
aprender más de sus músicas y armar algo para salir a tocar, incluso estando
él. Lo mío fue medio como por amor a la patria. Para mí, era como tocar Bach o
Shakespeare para todo el mundo y todas las generaciones. A él le parecía raro
igual. Hoy, inclusive, hago el show que se llama “Canciones con ruido de magia”,
con cantantes femeninas (María Ezquiaga, Jazmín Prodan y Florencia Ruiz), para
que no haya comparación con los arreglos de voces de Luis y quedan re bien.
Muchas tocaron con él. Tiempo después aparece en la compu de Luis ese material
que venía haciendo y que es Los amigo. En esos días cuando íbamos a la casa, al
lado del comedor, podíamos ver que estaba armada la bata de Rodolfo (García),
que había armado otro set de instrumentos en su estudio La Diosa Salvaje.
¿Sabían
que esas canciones jazzeras iban a quedar plasmadas en un disco?
Después de que la
familia pasó el duelo, supimos que eso se iba a editar. Cuando Rodolfo y Dani
Ferrón (bajo) me contaron la idea y me invitaron a participar, había algo,
también en los que toca Claudio Cardone, en donde el Flaco había dejado dicho:
“Esto está bueno que lo toque Claudio o el Mono”. Eran cosas que él lo había
planeado alguna vez. Entonces, eso quedó y se respetó, más allá de lo compuesto
con el trío. Para mí, participar en el disco fue como la frutilla del postre.
¿Fue
raro/distinto grabar sin el Flaco en cuerpo presente?
Recuerdo bien el día
que lo fui a grabar. Era todo una gran celebración. Cuando fui al estudio
estaba todo iluminado y esperaban nietos, hijos, su hermana, su hermano.
Estaban todos: Catarina, Vera, Dante, Valentino, todos escuchando cómo iban
quedando las tomas mientras se iba grabando el material adicional. Fue todo muy
fuerte y escucharlo salir de los parlantes a Luis era como que estaba ahí, en
el estudio, con todos nosotros. Fue una cosa bastante fuerte y linda.
¿Cómo
resumirías tantos años de vivencias con Spinetta?
Fueron muchos años que
uno los lleva para siempre. Está siempre con uno y no es que uno tiene que
esforzarse para ir a buscarlo. No sólo en la música, sino más que nada en la
parte cotidiana: hablar por teléfono con él o mirar alguna cosa en la tele
juntos. Eso es lo que más extrañamos los que lo conocimos. Pero bueno, todos
sabemos que ha dejado algo que, a medida que pasa el tiempo, crece cada vez
más, como sucede ahora en donde mucha gente se ha acercado a su obra y de mucha
gente que ya la conocía, pero se ha dado cuenta que es más grosso de lo que creían
que era. Y va a seguir creciendo porque Spinetta fue realmente un artista
irrepetible, como hay otros, con la diferencia que él es nuestro, barrial,
digamos.
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