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Gustavo Gauvry: el señor de las cintas mágicas



El mentor de los estudios Del Cielito Records, rememora a Spinetta en el Día Nacional del Músico, apuntando los recuerdos sobre la grabación de Kamikaze.

Por Félix Mansilla

Comenzaban los 80 y Gustavo Gauvry  armó los Estudio Del Cielito Records al oeste de la ciudad de Buenos Aires, en Parque Leloir. Conocido, además, por realizar grabaciones de discos en vivo, el ideario sonoro de Gauvry se expandió con obras reconocidas —y muy bien vendidas— del rock argentino, como “De Ushuaia a la Quiaca” de León Gieco o “No llores por mí, Argentina” de Serú Girán. 

Con el tiempo creció junto al estudio que comenzó en 1985 a editar como sello propio y pasaron bandas como Ratones Paranoicos, Los Piojos, La Mississippi, Los Siete Delfines, Estelares, Peligrosos Gorriones, David Lebón, los Redondos, Mano Negra, Guasones, entre muchos más. Pero antes, en 1982, fue elegido por el Flaco Spinetta para grabar una obra rupturista como Kamikaze. 

Dicha placa parte al medio toda su discografía por ser un disco acústico, por el uso de sonidos ambiente (como los grillos de Barro tal vez), cámara y ecos en las voces y la intimidad regida por el formato de grabación cercano a los deseos del ex Almendra. 

¿Cómo te sentís en el día del músico, un claro homenaje al nacimiento de Spinetta?
Por un lado, me alegra el reconocimiento que Luis está teniendo en este día, una decisión del Congreso de la Nación, con el apoyo de muchos músicos y el voto de mucha gente. Creo que es más que merecido. Por el otro, creo que él no hubiera estado para nada de acuerdo (risas). Le hubiera parecido un exceso y no sé si le hubiera gustado mucho. Por mi lado, siento una gran ausencia por el personaje tan entrañable que era Luis y me cuesta un montón cuando llegan estos días, donde un montón de personas lo recuerdan. Debo hacerme la idea de que ya no está, me resulta bastante difícil.

¿Qué opinión te merece el debate que se dio sobre el Día del Músico a partir del nacimiento del Flaco?
Me parece un debate absurdo y estéril cuestionar a Spinetta o al rock argentino después de cuarenta años de producciones, discos, shows y canciones. No hay que olvidar que los músicos argentinos le enseñaron el rock en castellano a países como Colombia, Uruguay e inclusive a España. Que acá se lo cuestione al rock me parece ridículo y, obviamente, no estoy para nada de acuerdo. 

Una de las opiniones en contra fue la del folklorista Juan Falú, sobre que el rock “no tiene raíz local”.
Yo respeto mucho al folklore, de hecho también he grabado un montón de folklore, pero no me parece que eso signifique que el rock no sea una música de acá. Es una música urbana, planetaria que ha roto todas las fronteras y que en cada país ha logrado tener una identidad propia. Si bien se mantienen ciertas características propias del rock clásico, cada país ha sabido adaptarlo y en la Argentina mucho más los músicos de Buenos Aires. Después de todo se trata de una ciudad de inmigrantes venidos en barco desde todo el mundo. El rock ha llevado las banderas del tango, de la música urbana, también del folklore y también le ha dado un sabor propio. Que músicos de nivel como Falú no se den cuenta de esto, creo que responde a otros intereses. El cuestionamiento por el lado de los folkloristas, muchas veces, tiene que ver con el poder, con el querer mantener las asociaciones como SADAIC que históricamente han estado en manos del folklore y bueno, sienten un poco de celos de que el rock sea ahora más importante y más masivo.

¿Qué recuerdos guardás de la grabación de Kamikaze?
Para mí fue una experiencia que recuerdo con mucha intensidad y mucho afecto. Fue muy importante en mi carrera porque fue la primera vez que alguien me confiaba la posibilidad de grabar un disco en estudio. Yo hasta ese momento había grabado demos y trabajado como sonidista en shows, pero recién empezaba a armarse Estudios Del Cielito. Luis me propuso grabar porque había escuchado unas grabaciones que yo había hecho y porque él creía que el estudio era el indicado para grabar un disco como Kamikaze. Me dio esa oportunidad y lo recuerdo más que nada por su generosidad.

¿Los trabajos anteriores con Serú Girán no llegaron a ser discos?
Habíamos grabado temas con Serú, pero hasta ese momento no había grabado discos en el estudio. Con Luis grabamos dos discos en realidad: Kamikaze y Los niños que escriben en el cielo (1981) de Spinetta Jade. Luis grabó esos dos discos uno atrás del otro y fueron los primeros que se grabaron en Del Cielito. Para mí fue brutal, porque hasta ese momento sólo había grabado temas sueltos, demos o alguna grabación en vivo.

¿En la actualidad reconocés el legado del Flaco?
Creo que la influencia existe y ayuda y sería necio descartarlas. En el mismo sentido, considero que es bueno usar todas las tecnologías y todos los recursos. Creo que lo que falta en la música hoy en día, uno conoce lo que suena en las radios en primer plano, es como que hay una falta de musicalidad. Por ahí, creo que el acceso a la información y la posibilidad de la tecnología genera como una superficialidad y falta por ahí la profundidad que da el estudio de grabación. Creo que por más tecnología y por más modernidad en la que vivamos, la música es la música. Se estableció hace siglos. Yo creo que lo que falta es un poco de estudio, tratar de enriquecer, de no estar, digamos, yendo a la fácil o pensando en reemplazar a los técnicos o a los productores que son los que te van a hacer sonar bien. Yo, considero que a los músicos les falta un poco de exploración propia y eso se ve mucho en la guardia vieja, como en Spinetta que tenían mucha más música en su cabeza. Quizá, ahora, muchos lo dejan a eso en manos de la tecnología.

El Flaco grabó siempre en analógico: ¿Eso explica su sonido?
Sí, él grababa en analógico (en cinta) y digital. Usaba esas dos técnicas, pero lo que hacía fundamentalmente era trabajar mucho antes de entrar al estudio. Todo lo que es la composición, el ensayo, creo que eso es hoy lo que se deja un poco de lado. En ese sentido, Luis era como un gran trabajador. Nunca subestimó a su público ni desperdició la posibilidad de presentarse y dar un buen show y sonar impecable. Creo que a pesar de haber tenido una carrera tan larga, fue muy generoso en esa parte.

¿Qué instantánea se te viene al pensamiento cuando pensás en el Flaco?

Son muchísimas, no podría enumerar una sola, pero lo que sí más recuerdo del Flaco es su generosidad, su capacidad de brindarse y de darle oportunidades a gente joven o desconocidas. De hecho, cuando grabé con él, yo empezaba y él ya era una figura célebre y todo el tiempo me daba coraje porque yo estaba aterrado y él me daba ánimo y me felicitaba. Mi recuerdo vivo es eso: su generosidad, su humor, su entrega. Lo más destacable del Flaco es lo que más se extraña.

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