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Canciones de Spinetta en verano


Por Félix Mansilla


¿Qué se puede esperar de los homenajes? Respuesta uno: que conmuevan. Dos: muchas incógnitas. Y tres: un mundo de sensaciones. Una mezcla de todo eso pasó en la noche de Spinetta, el marcapiel 2 en el patio del Konex. El pulmón manzana —que respira y no tiene techo— es como un gran cajón de cemento que deja la sensación de no estar tan rodeado de torres en lo alto. En el escenario, músicos y amigos de esos que conocemos y sabemos que siguen con la búsqueda de la estrella. Todos juntos la encuentran y la trasladan.


La tormenta, que tres horas antes asustó con la suspensión, fue apenas fugaz y una vez que despejó sobre la gran ciudad apareció la señal de buen augurio. Se venía una fecha especial, con al menos tres coincidencias: el cumpleaños 68 de Luis, el Día Nacional del Músico y otro aniversario de la inauguración del patio del Konex que hizo el propio Flaco allá por 2004. Y estaban muchos de sus amigos, entre ellos, la Vieja Aníbal Barrios, su asistente de toda una vida de discos.


Con un Javier Malosetti en modo anfitrión en llamas, todo aparentaba prometedor. Y arrancó con los sonidos de dos de sus aliados mejores en los teclados. Claudio Cardone y el Mono Fontana abrieron —sus melodías son eternas atmósferas con la voz del Flaco en off y el inicio con Fuga Capella. La banda —con Verdinelli, Ferrón y Epumer en las bases— interpretó Amarilla Flor. La genialidad de Malosetti con la guitarra (Gustavo Spinetta en batería) para Cementerio Club dio el toque justo que ya se había encendido minutos antes con Hoy todo el hielo en la ciudad de la mano de Emilio Del Guercio y Rodolfo García en formato Almendra. Más tarde, subió Baltasar Comotto para hacer —Malosetti dixit: “una que sonó pocas veces en vivo”— el blues ácido Yo miro tu amor y la poderosa Tu vuelo al fin.


Entre el público, la luna y la elocuencia celular. Así, el marco se contempló sin prisas y en un tono de 'todos sabemos de qué se trata'. Entró Machi Rufino para despuntar Durazno sangrando, Era de Uranio junto al piano de Leo Sujatovich y Enero del último día. Otra vez los Almendra para una fogosa versión de Figuración y Ana no duerme y el instante relax con el Flaco en la pantalla, enmascarado, para que sonara Hiedra al sol con teclados incluidos.




Spinetta y sus amigos


Otra marca del show fue la voz de esa especie de Spinetta rosarino, Rubén Goldín —de ahí viene el “¡llamen a Goldín!” del Flaco— que aportó, una vez más, contundencia y sentimiento. Cantó Iris del póstumo Los amigo (2015), Casas marcadas de Kamikaze y su punto alto en la velada con una rockera interpretación de Cristálida.

Y no podía faltar, claro, el querido intergeneraciones David Lebón. El Ruso hizo Laura va y Despiértate nena con otro ovacionado de la noche como Ricardo Mollo. En seguida subió otro grande del rock nacional, León Gieco, para sumarse a 8 de octubre y una emotiva versión de Todas la hojas son del viento.

El final, con la letra en las pantallas, fue Quedándote o yéndote y una extendida versión de Rutas argentinas con todo el team friend Spinetteano reunido para esta oportunidad. Y así como así, el final. Público contento y la vuelta a casa con mil preguntas y una sensación. Saber que el Flaco rondó por allí con su aura.  




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